Dulce Dedicatoria
Al opuesto de un envoltorio de un chocolate color marrón y plata, se lee la frase “Only a Venezuelan could have written about Venezuela in such a beautiful Venezuelan way as you have”.
Era un chocolate con almendras de SAVOY. Ese apellido convertido en marca, convertido en identidad, forma parte del archivo personal de Ruth Robertson, en el Harry Ransom Center en Austin, Texas.
Entre cartas de autoridades editoriales y gubernamentales, la foto-periodista norteamericana añadió esa dedicatoria, escrita en un envoltorio de chocolate, y llegó hasta mí. Hasta mis manos.
Fue en ese momento que caí en cuenta del impacto que Ruth había generado en su entorno, así como el impacto que seguía generando unos 70 años después que le dedicaran esas palabras.
Si bien no tengo manera de saber la fecha, ni mucho menos quién lo escribió, la apreciación sobre el trabajo de Ruth Robertson en Venezuela, es una de las ideas centrales: el ímpetu que mueve cada pieza de un gigante rompecabezas que se extiende países, generaciones y décadas. El ímpetu no es sólo por dar a conocer su historia, sino reivindicar el espacio que merece: sacando del espacio al olvido y llenándolo con su memoria.
Serán en estas entradas de mi blog donde haré el mayor esfuerzo por presentarla al mundo casi un centenario después de su nacimiento.